
En un mundo que a veces puede resultar hostil, donde la incomprensión y la soledad pesan más de lo que deberían, existen vínculos capaces de sanar incluso las heridas más profundas. De eso trata “Nahia y el Guardián del Bosque”, el nuevo cortometraje escrito y dirigido por Sara Oneca y Javier Cabanas, con el apoyo de la asociación Biak Bat, dedicada a la ayuda con perros de asistencia.
Este proyecto nace de una historia real y propia, ocurrida en los años 90, y encierra una gran enseñanza: el amor —en su forma más pura y desinteresada— es la fuerza que mueve el mundo.
Una niña, un guardián, y un refugio llamado amor
Nahia es una niña altamente sensible (PAS), que encuentra en su fiel compañero Gudari el refugio que no hallaba en un entorno marcado por el bullying y la ausencia emocional. Sus padres, absorbidos por el trabajo, no podían acompañarla tanto como deseaban, pero Gudari siempre estaba ahí: firme, presente, incondicional.
En sus silencios compartidos, en los juegos y miradas cómplices, descubrieron que el amor verdadero no necesita palabras. Juntos crearon un hogar invisible en mitad del bosque, un espacio donde los miedos se disipan y la alegría florece, donde la conexión entre una niña y su perro se convierte en un lazo eterno que trasciende las fronteras del lenguaje y del tiempo.
Gudari no es solo un perro: es un alma que acompaña, que sostiene, que enseña que el amor no es solo humano, sino una energía viva que puede encontrarse en cualquier ser que nos mire con ternura y nos elija sin condiciones.
El mensaje detrás de la historia
“Cada guionista deja un poquito de sí mismo en cada historia”. Y “Nahia y el Guardián del Bosque” es precisamente eso: una parte íntima de mi historia personal, un relato que habla de superación, empatía y conexión emocional, pero también de la importancia del vínculo entre humanos y animales como fuente de resiliencia y salud mental.
Desde mi mirada como psicóloga, plasmo en este cortometraje el poder sanador de los lazos afectivos, especialmente en la infancia. Nos recuerda que el amor incondicional —como el de Gudari— puede ser un refugio cuando el mundo parece no entendernos.
Una historia que toca el alma
El rodaje, como cuenta el equipo, fue un proceso lleno de emociones y belleza.
Cada escena respiraba la magia de lo real: la amistad sin condición, la mirada limpia de la infancia, el latido compartido entre dos almas que se reconocen.
El cartel oficial, diseñado por la agencia Lady Moustache, refleja con sensibilidad esa esencia: la conexión profunda entre Nahia y su guardián, rodeados de la naturaleza que los une. 🌿
Este cortometraje social no solo rinde homenaje a la relación entre humanos y animales, sino también a todas las personas que, en algún momento, han encontrado su fuerza en un amor que no pide nada a cambio.
💫 El poder sanador de los vínculos verdaderos
Como psicóloga y creadora de esta historia, creo firmemente que el amor incondicional es una de las formas más poderosas de sanación emocional.
En mi práctica terapéutica lo veo a diario: cuando alguien se siente realmente visto y aceptado, comienza el proceso de transformación interior.
“Nahia y el Guardián del Bosque” es un tributo a esa verdad.
Es mi forma de recordar que el amor, en cualquiera de sus formas, tiene la capacidad de curar, unir y devolvernos a nosotros mismos.


